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Lo bonito

'Sigo Siendo (kachkaniraqmi)' y la aventura de reencontrarse con la esencia de uno mismo a través de la música

Publicado: 2013-08-14

“Soy limeño, lo dice mi DNI y he tratado de jugar limpio en la vida”. La filosofía simple del maestro César Calderón identifica a miles de los que hoy abarrotamos la capital de un país que aún nos resistimos a conocer. El documento me afinca pero la sangre me divide. Sangre norteña y sangre serrana que me ha regalado el privilegio de sentirme parte de cada rincón de este lugar. De mi lugar. Porque por más que uno busque ejercer de ‘ciudadano del mundo’, siempre se tendrá un cordón umbilical que nos mantenga unidos al punto de partida. Porque no hay nada más importante para saber hacia dónde se va, que el saber de dónde se viene.

Y es en esa búsqueda en que uno se puede encontrar con Sigo Siendo (Kachkaniraqmi), última película del director Javier Corcuera que nos ofrece respuestas para reencontrarnos con nuestra propia identidad a través de la música y aquellos que la han convertido en el punto de inflección de sus propias historias.

“Yo no creo que nadie pueda vivir sin música. ¿Tú puedes vivir sin música?”, se pregunta una coqueta Rosa Guzmán agitando su abanico en El Juanito de Barranco. Una pregunta simple, simplísima, de esas que te dejan boquiabiertos y te hacen pensar. No, nadie puede, y Corcuera nos lo hace entender llevándonos de viaje con los que lograron generarla por cada pequeño mundo que tiene el Perú, para dejarnos con la sana envidia de tener la capacidad de “darle más vida a la vida”.

Nunca me ha gustado hacer gala de ese recurso chauvinista de identificarnos a la fuerza con lo nacional por malo que sea y mucho menos hoy que se ha puesto tan de moda. Y lo bueno de esta película, es que si uno se acomoda en su butaca dejando de lado esa idea preconcebida, se identificará con más intensidad y el orgullo hará su trabajo sin caer en el disfuerzo del desborde.

Y a esa labor contribuye cada uno de los talentos que forman parte de la cinta. La combinación de un sensible violín andino con la fuerza de un zapateo en arenas chinchanas. Magaly Solier y Consuelo Jerí abrazando al quechua con la fuerza suficiente para permitirle a este deslizarse por sus gargantas, al tiempo que las lágrimas hacen lo propio por las mejillas de los espectadores. Una Laurita Pachecho que sin tanta acrobacia y presión Guiness, concentra su energía en demostrar que es la dueña indiscutible del arpa. La nostálgica alegría de una jarana de callejón con Victoria Villalobos a la cabeza, y el surrealismo hecho melodía en una escena memorable de Susana Baca junto a inolvidables maestros de la música. Sin dejar de aplaudir la soberbia interpretación de Sara Van, que logra devolver, no la sensualidad ni el erotismo, sino el carácter sexual a 'Cardo o Ceniza' de Chabuca Granda. Una delicia.

Es una película bonita, esa es la palabra exacta para describirla. Desde la fotografía (para mí, insuperable) hasta cada nota lanzada desde cada instrumento. Porque lo bonito te deja con una sonrisa serena en el rostro y te aleja de la pasión que a veces va de la mano con la sobrevaloración. Lo bonito se convierte en tal porque no necesita maquillarse. Lo bonito es y seguirá siendo siempre. Lo bonito, kachkaniraqmi.



Escrito por

Ginno P. Melgar

Esperando un mundo regido por la igualdad con base en las diferencias. @ginnoceronte


Publicado en

El padre de Bambi

donde la historia trata por igual a todos los personajes del cuento