#ElPerúQueQueremos

A mi hijo

Publicado: 2013-06-16

Mi querido hijo, o mi querida hija... o mi querido hijo que decidirá ser hija:


Si me animo a escribirte no es porque haya terminado de ver algún lacrimógeno drama made in hollywood. No te escribo porque sin querer me haya puesto a ver aquellos regalos colegiales de día de la madre hechos con palos de Donito. No te escribo porque sea domingo, día del padre, ni mucho menos porque esté escuchando a todo volumen a Piero y su insoportable estribillo de ‘viejo, mi querido viejo’

Te escribo para hablarte de la que te has salvado, de la que te has librado, de la casi-casi tortura china que hubiese supuesto tu llegada a este planeta, más aún con el monumento al egoísmo que hubieses tenido como progenitor.

Yo no quiero tener hijos, te pido que me entiendas. El imaginar tu interminable llanto madrugador reventándome los tímpanos, me produce escalofríos. El cambiar tus perfumados pañales exportados de Chernobyl, me produce alergia tácita. El esperar días enteros a que abras la boca diciendo ‘papi’ para así sacarle cachita a tu vieja diciéndole que fue tu primera palabra, me produce náuseas. El ensayar avioncitos, cohetes y transbordadores durante horas para hacer que te tragues la papilla, me revienta los nervios.

No quiero estar pendiente de que no metas los dedos al enchufe, te lances de cabeza al inodoro o te lleves a la boca cuanto adefesio encuentres por el camino. No quiero gastar mi sueldo entero en contratar payasos, barneys ni timoteos para que junto a una treintena de mocosos me destrocen la casa a ritmo de ‘rompe la piñata’, desembolso que encontraría como único significante el recordarme que estas cumpliendo un año más de vida.

No quiero levantarme temprano para llevarte al colegio. No quiero regresar a él ayudándote a hacer tareas. No quiero que mi círculo social se limite a los componentes de la APAFA, ni que mi principal divertimento sabatino sean los campeonatos de confraternidad, jugando el fulbito que no jugué en toda mi vida junto a los mofletudos papás de tus compañeros.

No quiero quejas de la vecina por tu genial idea de proponerle a su hija eso de jugar al ‘ginecólogo’, al ‘papá y la mamá’ y eso de ‘si yo te enseño tú me enseñas’. No quiero disfrazarme de Papá Noel para que te tragues la mentirota esa de que un panzón viene volando a llenarte de juguetes por haber sido niño bueno, cuando la realidad es que la carga del trineo exprimirá mis tarjetas, y que tú de niño bueno ni un carajo.

No quiero dar propinas. No quiero que me presentes al enamoradito, ni estar al borde del infarto cada vez que imagine al susodicho diciéndote que si lo amas se lo demuestres. No quiero explicar el porqué las versiones de la cigüeña y las abejitas son más falsas que el tinte que empezará a usar tu madre para disimular las canas que tus acciones dibujarán en su melena. No quiero escuchar los ‘me duele la cabeza’ y ‘los niños nos pueden oír’, ni mucho menos quiero que cuando tu mami por fin atraque a dejarse hacer cuchi cuchi te metas a la cama con la excusa de que tienes pesadillas.

No quiero hipotecar la casa ni privarme de caprichos para darte una educación aceptable y que después de tres años de hacer malabares para estirar el sueldo me vengas con aquello de ‘creo que esta no es mi vocación’. No quiero tenerte viviendo conmigo hasta los 30 años ni que una vez que te cases traigas al mantenido de tu marido a invadir mi refrigerador. No quiero que te olvides la píldora, te caduque el condón o te arranquen el parche y la triste historia se vuelva a repetir, con el irónico añadido que la generación que osarás dispararle al país me llamará abuelo.

Este es un mundo difícil. Y si aparecieras en forma femenina se te haría más difícil aún, pese a que por estos lares nos estemos jactando hasta el hartazgo del rollo ese de la igualdad de género. Y esto sin contarte el calvario que te significaría llegar sin estar contenta o contento de tu empaque original. Así que entiende que esta es la prueba de amor paternal más grande que te puedo dar: el impedirte llegar. Agradéceme el que de espermatozoide no pases. Agradéceme que tu maratón llegue hasta el preservativo.

Créeme, nos estamos evitando, tanto tú como yo, muchísimas molestias.

Te quiere (porque en fin):

                                             Papá



Escrito por

Ginno P. Melgar

Esperando un mundo regido por la igualdad con base en las diferencias. @ginnoceronte


Publicado en

El padre de Bambi

donde la historia trata por igual a todos los personajes del cuento